domingo, 31 de enero de 2021

Poniendo a punto nuestras confianza, libertad y bondad (V)

Antropológicamente, decíamos hace poco, que la confianza es a la vida anímica lo que la respiración a la vida biológica. De ahí que todo lo inherente al confiar, en tanto antídoto contra la inseguridad de nuestra titubeante existencia, sea un engranaje sutil y delicado. Un dinamismo cuya importancia solemos echar en falta a posteriori, cuando ya ha sido traicionado o es evidente su desgaste; de donde las dificultades para su recuperación. Pero dicha situación también nos permite introducirnos en otros aspectos del confiar. Fundamentalmente en aquellos que harán a la confianza resquebrajada, llamar a las puertas de la interioridad, precisamente a donde iremos a buscar las referencias que nos permitan volver a confiar.

La confianza, no puede vivirse por fuera de la libertad y la bondad

En efecto, todo confiar es siempre un volver a la propia historia. De ahí la importancia del camino que podamos emprender para reconocer y aceptar las propias raíces, es decir, para comprender que son nuestras primeras experiencias de confianza las que condicionarán nuestra posterior relación con las situaciones de este tipo. Experiencias y situaciones, pasadas y futuras, vinculadas por otro lado, a dos necesidades y posibilidades más: la libertad y la bondad. Por eso afirmábamos que la esencia y fuerza de nuestra autonomía reside -lo cual para nada es baladí- en la posibilidad y tarea de aprender a vivirnos desde la confianza, la libertad y la bondad. En definitiva, desde lo que no es más el alma de nuestro posible y potencial desarrollo.

Podemos inferir entonces, que lo más difícil, pero a la vez lo más reconfortante del confiar, pasará por lo próximo e íntimo, por el mundo de nuestras más cercanas y efectivas libertad y bondad. Por eso, poner nombre a todo lo que nos ha ido alejando de esta escala de lo humano, será imprescindible. No tanto como combate ideológico, que también, sino como apuesta por un crecer existencial y espiritualmente más humano. Poner nombre a lo que atenta contra nuestras confianza, libertad y bondad, es ya reforzar nuestra capacidad de volver a empezar. Un empezar que, sin pretender ser un absoluto manto de seguridad, vuelva a hacer llevadera la inexorable intranquilidad de vivir. Confiar será por fin un acto de resistencia, debemos, por tanto, dotarlo de mayor libertad y bondad.

De la libertad psicológica a la libertad como elección

Pero en todo esto, como comentábamos, será fundamental la tarea de reconocer y aceptar qué son en nosotros esas libertad y bondad. Desde qué vivencia de las mismas nos comprendemos y desarrollamos. Comencemos por la libertad. En el mejor de los casos, aunque no siempre, parece relativamente fácil caer en la cuenta que más allá de lo electivo, de elegir esto o aquello como quien demanda, decide y compra, hay un nivel de libertad que hace a lo entitativo, a un previo que, psicológica y existencialmente, permite vivir la anterior libertad en tanto opción. Tenemos, por lo tanto, una libertad psicológica, integración suficiente de necesidades y tendencias. Suelo necesario para las experiencias de espontaneidad y desinhibición que todo desarrollo humano requiere. Sí ella no se diera o estuviera seriamente dañada, como sujetos no podríamos escapar del bucle de nuestros miedos, inseguridades y mecanismos de autoprotección.

Cimentado el sujeto sobre esta libertad primera, estará en condiciones de, viendo, elegir. Es decir, se abrirá de lleno a la libertad electiva o de las opciones. Libertad que, en nuestras actuales sociedades plurales, siendo una conquista fundamental, corre el riesgo de clausurar el completo camino de la libertad, el seguir avanzando por lo que la libertad tiene como posibilidad, pero también como riesgo. ¿Qué queremos decir con esto? Pues que el viejo ideal ilustrado de la autonomía individual, el de la libertad de pensarnos y ser por nosotros mismos, al día de hoy resulta estar secuestrado por el sugerente sucedáneo de la autorrealización. Y tengámoslo claro, autonomía y autorrealización pueden parecerse, pero en orden a una realización plena de la libertad, son antitéticas. Pero sobre esto, en breve más…     

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2 comentarios:

  1. Lo trágico del asunto es cómo las religiones han secuestrado, manipulado y tergiversado ese imperativo existencial de la confianza, degradándolo en ese sacratísimo sucedáneo llamado "fe". Y ahora a ver quién es el guapo que deconstruye tamaña cobardía...

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  2. "Confiar será por fin un acto de resistencia, debemos, por tanto, dotarlo de mayor libertad y bondad." Me pareció bellamente excelente y quedó resonando esta frase en mí.Saludos.

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