lunes, 9 de junio de 2014

Ética y Medios de Comunicación (II): frente a la imposibilidad de la verdad absoluta, la necesidad de cierta objetividad

En nuestra última publicación nos metíamos de lleno -dentro de lo que es la compleja relación  Ética - Medios de Comunicación- en la irresoluble tensión entre lo que debería ser el servicio a prestar por los últimos y lo que efectivamente realizan. Irresolución que obviamente va a desembocar en el reto que supone posibilitar unos índices estimables de objetividad frente a la imposibilidad de la verdad como absoluto. Una cuestión que por teórica que parezca, debemos intentar revisar dado que la respuesta que a la misma demos, será desde donde construiremos la comprensión de nuestra responsabilidad personal y colectiva frente a los Medios en cuestión. Es decir, desde donde nos construiremos como opinión pública. Pero ¿por qué afirmamos lo que afirmamos respecto a la verdad y la objetividad?

1º ¿Simplemente porque la información muchas veces no es suficientemente contrastada, dando por ende lugar a una opinión pública larvada de falsedad, es decir, sustentada en la falta de veracidad? 

2º ¿Por qué la difícil relación Ética - Medios pasa por la intermediación de una opinión pública madura y crítica? O lo que es igual ¿por la existencia de una opinión pública independiente?

3º O en vinculación a lo anterior ¿por qué ante la realidad de lo humano y el acceso a la misma, nunca arribaremos a puntos absolutos de claridad? Cuestión de la que podríamos derivar la pregunta ética acerca de ¿cómo lograr entonces una claridad suficiente en nuestro acceso a dicha realidad?

En el fondo, consideraciones que si bien a un nivel: el de la información en estado bruto, pueden generar bastantes acuerdos (es deseable que la opinión pública se edifique sobre un tratamiento de las noticias suficientemente contrastado) a otro nivel: el de la complejidad de lo real y el de su consecuente conocimiento y comprensión, quizá termine desatando tan solo perplejidades. Perplejidades que seguramente nos llevarán a poner también bajo la lupa y picota de nuestra responsabilidad, el poder que -consciente o inconscientemente- hemos transferido a los Medios de Comunicación. Esto, cuando paradójicamente no existe base legal para que se erijan en nuestros representantes. Algo que por otro lado nos llevará a preguntar, y con ello terminamos ¿qué cosa de nosotros mismos representan -y a la vez retroalimentan- los mass media con su actual gestión de la comunicación?
Quedan por tanto emplazadas las cuestiones que hacen a nuestra configuración como opinión pública. En breve, avanzamos sobre la cuestión...

Quedamos como siempre a vuestra disposición.
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Un saludo cordial.