lunes, 27 de abril de 2020

´Cuidarnos` y ´cuidar` en tiempos de confinamiento (II)


Límites y esperas en confinamiento.

Tras más de un mes de confinamiento, la realidad que compartimos quizá requiera de una revisión sosegada, diferente a la que hacíamos cuando estrenábamos el ´estado de alarma`, cuando hasta desde un cierto candor individual y colectivo todo era pro-positividad.

Es evidente que después de lógicos desgastes y cansancios, las cosas han comenzado a cobrar otra coloratura. Por un lado, la normalidad a la que algunos aspiran retornar se hace inviable, incluso sospechosa por no conveniente. Por otro, el futuro pareciera encaminado a revestir unos niveles de inseguridad que tendremos que aprender a conjugar con nuestras pretendidas libertades, etc., etc.

Con todo, también es cierto que hemos redescubierto un sin fin de estrategias desde donde seguir adelante. En definitiva, la experiencia de poder seguir engendrando vida sigue ahí. ¡Pero claro! este engendrar nunca ha sido ni será incondicionado; lo que ´estemos pariendo` o podamos concebir y luego dar a luz, siempre va a depender de los remanentes que hayamos cultivado, de aquellas condiciones de posibilidad con las que mínimamente contemos.

Por eso la desesperación de muchos y la autocomplacencia de otros de cara a los efectos del confinamiento: ¿cómo sobrellevarlo… qué concebir… qué cultivar…? (todos verbos emparentados con el ser y hacer ´cultura`) de cara a la salida de un túnel que ni será corto y más aún, que ya sabemos no desembocará en un campo bucólico de seguridades en flor.


La cuestión será aprender a bascular entre lo que ´mañana` tendrá que ser gestión de la vida y el vivir y entre lo que ´ya hoy` debe ser el sentido que decidamos y queramos dar a esa vida y vivir. Una vida y vivir que están siendo interrogados acerca de lo esencial, de lo que auténticamente nos constituye y valida. La salida de la presente situación será absolutamente incierta, pero no por eso carente de sentido. Es en esto donde nos la jugamos, como personas primero, como sociedad después. ¿Qué sentido daremos a nuestras vidas y vivir tras lo que nos ha tocado?

Y ese sentido, a construir en silencio y soledad primero, pero también en según qué planos a debatir y acordar con otros, supondrá aprender a bascular entre límites y esperas. Un bascular que necesariamente debe y deberá tener en cuenta nuestra experiencia frente a imperfecciones y contingencias, las propias y las ajenas, y solo desde ahí comenzar a pensar y pensarnos para el mañana. Éste es el único camino desde donde engendrar esperanzas realistas, ni vanas ni temerarias; el mejor sendero hacia las aperturas del futuro.

De lo contrario, poco habremos aprendido tras el confinamiento y su lenta desescalada…

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domingo, 19 de abril de 2020

´Cuidarnos` y ´cuidar` en tiempos de confinamiento (I)

Gestión y resistencia en confinamiento.

Toda situación extraordinaria, tal como la que ahora toca respecto a la pandemia del COVID-19, siempre requerirá de gestiones ´más allá de lo ordinario`. Gestiones que en parte podemos ver como necesarias e indiscutibles, por caso las vinculadas al ámbito de lo público, y gestiones más difusas y controvertidas -pero no por eso menos importantes- como las estrictamente privadas. Precisamente -estas últimas- son las llamadas a reconfigurar, ahora mismo, el núcleo de nuestra experiencia y autoconciencia frente a lo que sucede; pero no solo para el ´ahora`, sino también para el ´después`, para cuando toque retomar la vida tras el azote del coronavirus.

Es cierto que cualquier alarma tiende a afectarnos solo en un sentido: el de lo urgente, sin embargo ´saltar solo hacia adelante`, sin vinculación crítica al contexto en el que nos hemos estado moviendo, no sería más que una huida estúpida. De ahí la importancia de revisar la crisis de aquellas categorías que hasta hace poco nos han constituido o realizado individual y colectivamente, revisión que podríamos vertebrar tras la siguiente cuestión: ¿cómo seguir configurándonos como personas y sociedad capaces de sentido, sin rehuir de nuestras intrínsecas debilidades humanas? Con esto queremos decir que las urgencias que pueda suponernos el estado de pandemia, no deberían dejar de enmarcarse en el modelo socio cultural en el que, desgastadamente, vivimos hace tiempo.

Sabemos que la anterior cuestión es difícil de asumir en sus previsibles respuestas, pero también que se trata de una cuestión inexcusable, en particular cuando el coronavirus instalado entre nosotros apunta inusitadamente a nuestras más evidentes vulnerabilidades personales y sociales. Vivimos en sociedades de riesgo, a veces riesgo disfrazado, a veces riesgo auto-persuadidamente obviado, eso, además de que lo natural de la enfermedad y la muerte pueden sobrevenir en un formato des-habitual, de donde el colapso y el desgarro que nos toca y vemos alrededor. ¿Por qué hemos preferido ignorar todo esto?

Y por seguir con las preguntas: ¿saldremos de esta encrucijada solo reafirmándonos en nuestros desarrollos instrumentales, los mismos que nos han hecho tan infantilmente débiles? ¿O servirá la misma  para recuperar la necesidad y capacidad de dar otros sentidos a la vida y la muerte, la libertad y el amor, el poder y lo que no cuenta?

Preguntas que evidentemente nos relanzan sobre un desafío vital-filosófico: pensarnos una vez más como sujetos. Sujetos capaces de experiencia y reflexión, pero también de pequeñas resistencias culturales, en medio de los mecanismos de la ´cultura estructural` que nos condiciona.

En efecto, la responsabilidad respecto a lo bueno por vivir y realizar es lo que alimenta nuestros compromisos, ya sean los acordados o los obligados, los queridos o los consentidos. Un elegir y un hacer ineludibles, tanto, que toda nuestra existencia estará atravesada por los entresijos de sus respectivas dinámicas, en particular cuando lo que toca vivir ha dejado de ser ´lo ordinario`.

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