viernes, 29 de marzo de 2013

Emociones y Razón: la muerte

Frente a la muerte y el sufrimiento que ésta puede suponer, reconocemos en ello dos causas: la del desconocimiento de aquello que pudiera haber tras la misma y la de la resistencia a que la vida finalice. 
Respecto a la primera -cuestión que tradicionalmente recibió sentido desde lo religioso- hoy tenemos que después de la crítica moderna a la religión, el mundo simbólico pos mortem se nos revela obsoleto; de hecho pertenece a unos paradigmas que no son los nuestros. Con lo cual dos derivaciones: o la indiferencia, o la angustia extrema.
¿Que decir entonces sobre la resistencia al hecho de que la vida llegue a un término? Pues que la cuestión, al tocar con la pretensión moderna de conocerlo y explicarlo todo, también se ha visto arribando a un callejón sin salida. De hecho, ante la frustración de dicha pretensión hemos venido a quedar sometidos a la tensión de vernos casi sin símbolos frente al fin de la existencia.
Nos queda por tanto que los símbolos religiosos heredados resultan contradictorios o insuficientes en su planteamiento tradicional, pero los pocos pos-religiosos con que contamos terminan produciendo también insatisfacción. ¿Qué hacer entonces? Parecería que lo que queda es construir una nueva simbología individual y colectiva, no tanto contra la muerte o a favor de respuestas exclusivamente de ultratumba, sino contra el modo de morir. Una cuestión que evidentemente nos lleva a la del sentido que demos a nuestras vidas, es decir, a la posibilidad de hacer de las mismas un sueño poético sobre la existencia y la materia, abierta o no, según queramos y creamos, a la posibilidad de la Trascendencia.
Un apéndice. De alguna manera, los planteamientos que nos han traído hasta aquí están recogidos por el genio de Bergman en aquellos agónicos debates entre La Muerte y El Caballero de El Séptimo Sello. Os dejamos un pequeño vídeo.
Y como siempre, quedamos a vuestra disposición para lo que necesitéis.
c. Perpetuo Socorro 4, oficina 3  -  50006, Zaragoza
coachsergiolopezcastro@gmail.com
616023822
http://laplazadelafilosofia.blogspot.com
Un saludo cordial.

domingo, 17 de marzo de 2013

Emociones y Razón: la soledad

Os dejamos algunas de las reflexiones compartidas en nuestro Diálogo Filosófico sobre lo que en la vida nos produce malestar y zozobra. En el caso de hoy la soledad. Descontando que hay un "sentido deseado" de soledad, la de la intimidad y la introspección, la que verdaderamente debemos aprender a gestionar es la "no deseada". Precisamente la que originada por la desaparición de los seres amados o importantes de nuestra cotidianidad, se manifiesta como sensación de vacío, de nada enmudecida capaz de sumirnos en la tristeza y la desesperanza al no contar con las referencias que hasta entonces teníamos.

Sin embargo, aquí es donde necesitamos ver que aunque las pérdidas sean irreemplazables, no deben sernos irreparables. En efecto, los huecos, las siluetas por ellas dejadas, no deben imposibilitar la búsqueda de nuevas relaciones. No para cubrir el déficit de amor o presencia del que ya no está, sino para no frenar nuestro propio desarrollo personal. Hemos de intentar que lo que le sucedió o sucedió con, no se lleve por delante nuestra existencia. 

Aunque la sensación sea la de ser apenas unos despojos, en ellos sigue habiendo posibilidades para seguir transitando satisfactoriamente por la vida. De todos modos, ocurre también que un tipo de soledad no deseada puede ser el resultado de unas relaciones sociales, amicales o familiares deficientes. De hecho podemos estar solos sin sentirnos solos o sentirnos solos estando acompañados. Punto donde nuestra percepción deberá encauzarse por el lado de una seria revisión de lo satisfactorias o insatisfactorias que estarían siendo dichas formas de relación. Habrá que revisar entonces los mínimos desde los cuales contactamos con aquellos que nos rodean, sobre todo teniendo en cuenta que vivimos tiempos en los que fácilmente podemos encerrarnos en los "vacíos" que nosotros mismos generamos.

Somos seres relacionales, por lo tanto, debemos aspirar a que la soledad, aun la deseada, sea transitoria. Pero también se trata de que cuando "toque" estar solos, no percibamos tal situación como forzosamente traumática. Se trata en definitiva, de un acontecer insoslayable a la existencia... habrá por ende que darle la "vuelta" a su inevitabilidad para así no quedar a la vera del camino.

Pues bien, en breve proseguiremos con nuestra reflexión sobre lo que nos produce malestar. Quedamos ahora a vuestra disposición. Escribidnos o llamadnos cuando queráis.
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