domingo, 18 de octubre de 2015

El ´cuidado de sí`. Redescubrimiento de un desafío

Hablar hoy del ´cuidado de sí` supone reconocer una cierta evolución, la que va del mero cuidado psico-físico -que por supuesto no es poco- a ese otro, impreciso y arduo, que hace a la interioridad y la espiritualidad. Una evolución marcada por continuidades y discontinuidades. La búsqueda del bienestar personal y social de siempre, pero también la búsqueda de un bienestar capaz de superar los defectos que en relación a la construcción de la subjetividad, se han venido denunciando desde finales del siglo XIX.

En efecto, el ´cuidado de sí` al que hoy arribamos, tiene insoslayablemente su origen en los cuestionamientos que en el último siglo y medio se han hecho a los límites de la razón representativa kantiana y a la lógica especulativa hegeliana. De hecho, de Kierkegaard a los maestros de la sospecha, pasando por Schopenhauer y Wittgenstein, la angustia, el amor, la tentación, la muerte, la seducción, la debilidad, la contradicción y el miedo que el racionalismo y el idealismo habían interpretado como ´accidentes psicológicos`, se convirtieron en variables lícitas para la comprensión de lo humano.

Así, la lectura sobre nuestro mundo, lejos de aparecer como pura unificación: animal, racional o mística, comenzó a evidenciar una imposibilidad. La de quedar reducida solo a aspectos analizables y cuantificables. Hoy, la ´entrada` al mundo de los hombres, requiere de nuevos accesos. No en el orden de lo instrumental, sí en el de las actitudes. Conocernos no es fácil, asumirnos y acogernos tampoco. Trazar caminos individuales y colectivos integrales e integradores menos.

De ahí la importancia de descubrir aquellos aciertos y desaciertos con los que hombres y mujeres, han construido su propia historia de ´cuidado`. En términos de Foucault: vinculando primero su bienestar y felicidad a unas determinadas miradas acerca de lo real. Desarrollando después las habilidades y actitudes necesarias para transformarse, solos y grupalmente, según dichas miradas. 

Solo entonces, llegados a esta encrucijada histórica, la nuestra, podremos desapegarnos mejor de todas aquellas miradas que históricamente han parcializado o instrumentalizado el ´cuidado de sí`. Solo entonces, nuestra subjetividad personal y social será cuidada para la libertad.