Antropológicamente, decíamos hace poco, que la confianza es
a la vida anímica lo que la respiración a la vida biológica. De ahí que todo lo
inherente al confiar, en tanto antídoto contra la inseguridad de nuestra
titubeante existencia, sea un engranaje sutil y delicado. Un dinamismo cuya
importancia solemos echar en falta a posteriori, cuando ya ha sido traicionado
o es evidente su desgaste; de donde las dificultades para su recuperación. Pero
dicha situación también nos permite introducirnos en otros aspectos del confiar.
Fundamentalmente en aquellos que harán a la confianza resquebrajada, llamar a
las puertas de la interioridad, precisamente a donde iremos a buscar las
referencias que nos permitan volver a confiar.
La confianza, no puede
vivirse por fuera de la libertad y la bondad
En efecto, todo confiar es siempre un volver a la propia historia.
De ahí la importancia del camino que podamos emprender para reconocer y aceptar
las propias raíces, es decir, para comprender que son nuestras primeras
experiencias de confianza las que condicionarán nuestra posterior relación con
las situaciones de este tipo. Experiencias y situaciones, pasadas y futuras,
vinculadas por otro lado, a dos necesidades y posibilidades más: la libertad y
la bondad. Por eso afirmábamos que la esencia y fuerza de nuestra autonomía reside
-lo cual para nada es baladí- en la posibilidad y tarea de aprender a vivirnos
desde la confianza, la libertad y la bondad. En definitiva, desde lo que no es más
el alma de nuestro posible y potencial desarrollo.
Podemos inferir entonces, que lo más difícil, pero a la vez
lo más reconfortante del confiar, pasará por lo próximo e íntimo, por el mundo
de nuestras más cercanas y efectivas libertad y bondad. Por eso, poner nombre a
todo lo que nos ha ido alejando de esta escala de lo humano, será
imprescindible. No tanto como combate ideológico, que también, sino como
apuesta por un crecer existencial y espiritualmente más humano. Poner nombre a
lo que atenta contra nuestras confianza, libertad y bondad, es ya reforzar
nuestra capacidad de volver a empezar. Un empezar que, sin pretender ser un
absoluto manto de seguridad, vuelva a hacer llevadera la inexorable intranquilidad
de vivir. Confiar será por fin un acto de resistencia, debemos, por tanto,
dotarlo de mayor libertad y bondad.
De la libertad
psicológica a la libertad como elección
Pero en todo esto, como comentábamos, será fundamental la
tarea de reconocer y aceptar qué son en nosotros esas libertad y bondad. Desde
qué vivencia de las mismas nos comprendemos y desarrollamos. Comencemos por la
libertad. En el mejor de los casos, aunque no siempre, parece relativamente
fácil caer en la cuenta que más allá de lo electivo, de elegir esto o aquello como
quien demanda, decide y compra, hay un nivel de libertad que hace a lo
entitativo, a un previo que, psicológica y existencialmente, permite vivir la anterior
libertad en tanto opción. Tenemos, por lo tanto, una libertad psicológica,
integración suficiente de necesidades y tendencias. Suelo necesario para las
experiencias de espontaneidad y desinhibición que todo desarrollo humano
requiere. Sí ella no se diera o estuviera seriamente dañada, como sujetos no
podríamos escapar del bucle de nuestros miedos, inseguridades y mecanismos de
autoprotección.
Cimentado el sujeto sobre esta libertad primera, estará en
condiciones de, viendo, elegir. Es decir, se abrirá de lleno a la libertad
electiva o de las opciones. Libertad que, en nuestras actuales sociedades
plurales, siendo una conquista fundamental, corre el riesgo de clausurar el completo
camino de la libertad, el seguir avanzando por lo que la libertad tiene como
posibilidad, pero también como riesgo. ¿Qué queremos decir con esto? Pues que el
viejo ideal ilustrado de la autonomía individual, el de la libertad de pensarnos
y ser por nosotros mismos, al día de hoy resulta estar secuestrado por el
sugerente sucedáneo de la autorrealización. Y tengámoslo claro, autonomía y
autorrealización pueden parecerse, pero en orden a una realización plena de la
libertad, son antitéticas. Pero sobre esto, en breve más…
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