sábado, 5 de septiembre de 2020

´Nueva normalidad` y ´cebollas de Egipto` (III)

Sin duda: ´la vuelta al trabajo` y ´la vuelta al cole`, son dos de los titulares que hoy ocupan nuestro ánimo y pensamiento. Y aunque siempre ambas vueltas han sido constituyentes de incertidumbre y ansiedad, con la actual situación de pandemia se han convertido en el nudo gordiano de las tensiones entre los ámbitos privado, semipúblico y público, a la sazón, recriminándose unos a otros. Una dinámica de desgastantes reclamos que, si bien supone niveles diferenciados de responsabilidad, viene a decirnos que estamos en medio de un atolladero existencial más que ante una cuestión de gestión. En efecto, y retomando la imagen de los israelitas bíblicos huyendo a través del desierto, que estamos queriendo volver a la falaz seguridad de la esclavitud en lugar de aventurarnos tras los inciertos pasos de la libertad.

Ante dicha tentación, hoy encubierta y legitimada detrás de la contradictoria idea de ´la nueva normalidad`, hace poco decíamos que necesitamos reconectar con el riesgo, el límite y la frustración que tanto nos asquean. Después, asumirlos desde un sano ejercicio de racionalidad y voluntad y finalmente, gestionarlos a partir de un proyecto existencial con sentido, no del oportunismo de lo que ´ahora convenga`, sea en los ámbitos de lo privado, semipúblico o público. Urgen ejercicios grandes de confianza, libertad y bondad. En el desierto, todos deberíamos aprender a desterrar nuestras mitificaciones, precisamente las que enmascaran -como las cebollas egipcias- nuestros miedos. Solo entonces nuestras legítimas aspiraciones dejarán de confundirse con nuestras desnortadas expectativas.

De ahí la necesidad de plantear la vida y el vivir que tenemos por delante, no desde la mera administración de aptitudes y talentos, sino según el criterio teleológico de unas actitudes y talantes capaces de engendrar esperanza a la vez que resistencia. Para entendernos: ¿de qué nos sirven unos determinados recursos, si no sabemos hacía dónde orientarlos? Más que nunca estamos llamados a descubrir y poner en valor la positividad de la contención y la austeridad como prácticas de contraposición y regulación inteligente y cordial para con uno mismo, la vida y los otros. En el fondo como prácticas, no las únicas, capaces de restituirnos al sentido de las cosas, a una conducción de ´luces largas` que, por supuesto tendrá que traducirse en cambios políticos y económicos, sociales y culturales, pero sobre todo en esos otros cambios que tanto cuestan: los personales.

De esta forma, así como el albergar y cobijar propios de la contención tendrían que ser ejercicio asertivo de cuidado para con uno y los otros, en particular en medio de toda conflictividad, del mismo modo la frugalidad y la moderación, el realce de lo pequeño y lo sencillo propios de la austeridad deberían entrar a formar parte de nuestra cotidianidad. Ejercicios -individuales y colectivos- con los que transitar por el desierto, reclamando por supuesto pequeñas tiendas donde resguardarnos de la intemperie, pero evitando, frente al miedo al riesgo, el límite y la frustración, la mitificación de que todo ello deberá desaparecer. En el fondo, evitando la idealización de unas seguras, saciantes y sabrosas cebollas.

Convenzámonos, ni hubo, ni habrá tales cebollas. En la dimensión de nuestra existencia, ni procedemos ni vamos hacia ningún paraíso [Esquirol. La penúltima bondad. 2018]. ¿Seremos, por tanto, capaces de caminar en la apertura de la no expansión, la sabiduría de la inseguridad y la solidez de la flexibilidad? ¿De dar a nuestra necesidad de confianza y seguridad, libertad y bondad, una nueva matriz de desarrollo? Unos desafíos donde el arte de la contención y la austeridad aún tienen mucho que decir y enseñar, pues no es cierto que sean signos de fracaso o desilusión tal como nos han hecho creer el mercado y sus brazos político-culturales. Por el contrario, pueden ser expresión de que la pregunta acerca de nuestra vida y vivir ha encontrado respuestas mejores, de que aún podemos caminar en el desierto diseñando sendas con sentido.

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1 comentario:

  1. Austeridad y contención. Propiedades que orientan para transitar el camino de la vida, más en esta nueva situación. Invitación a protagonizar/nos...buenos indicadores para reflexionar!

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