domingo, 7 de junio de 2020

Esperanza y resistencia en tiempos de pandemias (I)


Contención y vuelta a casa.

Varias pandemias nos asolan… y entre incrédulos e indefensos vemos cómo las naturales (Ebola, COVID-19…) no solo tienen la capacidad de producir enfermedad y muerte, sino también la de reactivar otras, menos o nada naturales, pero tan inquietantes como sus parientas. Por caso, mientras por aquí nos debatimos entre ´el a cuanto peor mejor` de unos y ´las luces cortas` de otros, tras los mares, ´la ley y el orden` de Trump emulando a Nixon pretenden enlodar el reclamo de las víctimas a simplemente vivir. ¿Qué pandemias son estas? ¿De qué fatalidad o anomalía proceden? Menos mal que entre las fichas de este domino viral, algunas de ellas son discretamente esperanzadoras, con lo cual: ´no todo está perdido`. 

“Volver a casa, a nosotros mismos,
 desde lo que la contención y la austeridad nos dicen”.

Y precisamente con este ´no todo está perdido`, con este evidentemente más deseo de supervivencia que certeza de plenitud, es que hemos venido planteando la necesidad de recuperar, para el ´ahora` y el ´después` del Coronavirus, unas esperanza y resistencia que realmente nos devuelvan, al modo de ´luces largas` en el camino, a la posibilidad de un vivir más humano. A un vivir que como ´vuelta a casa`, nos recoloque de modo permanente y genuino frente a lo que la ´contención` y la ´austeridad` (sea que las vivamos como obligación, necesidad o libre convicción) han comenzado a obrar desde que cuarentenas, confinamientos y desescaladas se han generalizado. Al respecto, decíamos que cuando se encendieron las alarmas, fue necesario ´parar` y ´guardar`: ´¡CONTENCIÓN! `. Y lo más desafiante, hubo que volver a lo ´pequeño` y lo ´sencillo`, a lo repetitivo de lo cotidiano y poco brillante: ´¡AUSTERIDAD!`.

Y agregábamos… que aun siendo legítimas nuestras indignación y desafección frente a lo que vemos -y probablemente seguiremos viendo- en escena, resulta urgente que como sociedad despertemos, que pongamos en observación todos nuestros niveles de expectativas y realización. Ello porque la COVID-19 no solo ha venido a decirnos que todos nuestros sistemas de gestión necesitan revisión, una ITV integral, sino que nosotros mismos, nuestra condición humana demanda ponerse a punto: reorientarse frente a su propia verdad y desde ahí, trazar líneas de transformación. Un empeño por volver de donde incauta o conscientemente salimos. Un empeño donde la ´contención` que alberga, refugia y cobija puede decir y hacer mucho tanto a nivel intra como interpersonal.

Prescindiendo de la material, toda otra contención, en particular la emocional y la intelectual (ambas inseparables, aunque suela
hablarse solo de la emocional) buscan o persiguen una cierta tranquilidad, una suficiente afinación entre mente y corazón. La necesaria como para reconquistar la confianza que un determinado hecho o circunstancia ha afectado o minado.

“Contención, como empatía
 y escucha activa de nosotros mismos”.

A nivel interpersonal es fácil determinar los mecanismos que la capacidad en cuestión exige poner en práctica: la ´actitud empática` y su irrenunciable derivada, la ´escucha activa`. Caras de una misma moneda que casi siempre vinculamos a la relación con otro; ello en el sentido de comprender su mundo de emociones, razones y acciones como presupuesto para que empoderadamente gestione lo que le concierne. Se trata por tanto de una actitud opuesta a la asimilación emocional y la solución inmediata, a la eficacia y consuelo de la simpatía, productos más de nuestras ansiedad y visión de las cosas, que de lo que el otro plantea, necesita y eventualmente puede.

Ahora bien, sí ya este ejercicio de escucha cordial, no de mera audición y resolución según lo bueno o adecuado de nuestros sentimientos y convicciones, es difícil de vivir frente a los demás, pensémoslo frente a nosotros mismos. En efecto, cuando el objeto de esas necesarias empatía y escucha activa soy yo, todo suele saltar por los aires. De hecho, con harta frecuencia no sabemos conectar ni con nuestra emocionalidad ni con nuestra racionalidad. Y tanto es así, que lo que nos acontece puede llegar a cobrar tal poder, que de lo único que somos capaces es de una respuesta ansiosa: o agresiva o remisiva.

“Contención en tanto relación equilibrada.
 Ni fustigación, ni auto-condescendencia”.

Hablamos, en definitiva, de un ejercicio de asertividad hacia el interior de nosotros mismos, no solo hacia la exterioridad interpersonal en cuanto mecanismo resolutivo de conflictos (tal como suele presentarse a dicha asertividad desde ciertos reduccionismos de lo emocional). El conflicto y la inseguridad, la incerteza y la duda no solo guardan relación con lo que acontece o nos llega de fuera, por el contrario, muchas veces el impacto que ejercen sobre nosotros, tiene su razón última en las raíces y capacidades -o en su falta e inadecuación- del equipamiento psicológico, existencial y espiritual que podamos tener, es decir, en la calidad de aquello que interiormente tengamos reconocido, comprendido y aceptado.

No miramos a la contención estoico-cristiana de la no manifestación de las pasiones, tampoco a la burgueso-puritana del solo expresar racionalidad y corrección moral. Pero mucho menos miramos a esa otra contención pseudo espiritual que hoy vende por doquier el mercado del bienestar. La contención a recuperar exige no renunciar a nuestra propia y más profunda verdad: la de seres finitos que solo pueden calmar su sed de infinitud en la relación con los otros/Otro. Por tanto, se trata de un contenernos en la verdad más radical de nuestra condición humana, para no caer en las trampas ni de la fustigación de otros tiempos, ni de la auto-condescendencia individualista y hedonista de moda.

Se trata de comprendernos y desde ahí actuar en orden a la propia transformación. Seguramente una transformación difícil, y hasta poco pretenciosa según se mire, pero seguramente también, la más honesta y posible. ¿Por qué? Pues por ser, aunque pequeña y frágil, auténticamente nuestra. 

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Perpetuo Socorro 4, oficina 4 
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616 02 38 22

1 comentario:

  1. Comparto contigo ¨ese volver a casa, a nosotros, desde la contención y la austeridad¨. Y recolocarnos de modo genuino y permanente. Y también comparto que- al menos- deberíamos poder acompañar ese deseo de supervivencia, tan marcado por la biología, con un deseo de plenitud …..
    También veo que la ITV que mencionas, un ponerse a punto, es necesario: reorientarse y trazar líneas de transformación……Empezando por la contención como empatía y escucha activa equilibrada hacia nosotros mismos. Encontrar esa mente y corazón afinados de que hablas es muy muy importante.
    Añadiría, que esa ITV, hacia adentro, escogida personalmente, debe ser quizá entendida como un proceso. Y como proceso, duradero en el tiempo, es decir, habría que comenzar una ITV que no tiene como objeto un sello o certificado inmediato, sino que más bien se torna en ese proceso en el que vislumbramos primeramente un horizonte y luego escogemos los pasos que pueden suponer una ligera elección-transformación para dirigirnos hacia él.
    Con la contención y austeridad que mencionas Sergio, podríamos tener unos ciertas ¨tacos de salida ¨ para iniciar esa ITV en el tiempo.

    Personalmente creo que para iniciar esa ITV, también es necesario frenar un poco de modo habitual.Todo hay que pasarlo por esa ITV: prioridades, familia, los amigos, los otros, modo de consumo, relaciones, trabajo…….
    Si bien es cierto que una actitud no se crea simplemente por estar desocupado o tener tiempo, también es difícil mantener determinadas actitudes, cuando se entra en la vida frenética en la que no hay ni un minuto para pararse, ni tampoco tiempo de silencio, ni tiempo para vivir, escuchar o escucharse, disfrutar,incluso de respirar, percibir al otro y percibirse uno mismo...
    Con respecto al confinamiento, la contención (parada obligada) y la austeridad ( lo sencillo ), han sido vividas de forma muy desigual por la sociedad. Para todos ha sido un momento de ver que somos vulnerables y de sentir algún miedo. Pero los ecos son muy distintos.
    Gran parte de la sociedad ha seguido consumiendo: series, películas, redes, videos,fitness, … compras on line, …twitts , llenando el tiempo al estilo ¨modo consumo¨, incluso consumo de la propia vida, y no de vivir la vida en casa.
    Y tampoco ha vuelto a lo sencillo, a lo austero o poco brillante aparentemente. Esperaba simplemente a que abrieran las puertas para salir.Teniendo la meta de su propio espejo, fuera de su casa.
    Como siempre la vida nos brinda oportunidades y nosotros escogemos cómo y para qué emplearlas……… Ahí seguimos buscando…y gracias por compartir.

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