jueves, 17 de diciembre de 2015

El ´cuidado de sí`. Entre lo público y lo privado

Hablábamos hace poco de aquella honradez que, en tanto juego discursivo-conductual por el cual los sujetos eran invitados a autotratarse como una particular obra de arte, el mundo antiguo cultivó. Un cultivo sobre el cual la experiencia histórica griega, intentó unos ensayos socio-políticos que más pronto que tarde fueron signados por el fracaso.

En efecto, la honestidad en tanto forma de vida, en Grecia desarrolló un camino diferente al vivido en los pueblos del Cercano y Lejano Oriente. De ahí el intento de enlazar tras dicha honestidad, el decir individual y colectivo, produciéndose entonces la forma vital-discursiva conocida como parresía. Un decir verdadero, sincero y arriesgado que en la práctica de lo público evidenció una serie de situaciones inéditas.

Fundada en la libertad de decir con la vida y con la palabra, si bien hasta el siglo V d. C. la parresía significó franqueza, muy rápidamente se vio necesitada de una actitud y una técnica. Sobre todo porque como deber, pero no obligación: el de mostrarse directamente en razón de comunicar críticamente la verdad, su significado fue resituándose progresivamente por efecto de los avatares políticos.

Tendremos así, una parresía pre-democrática: la de los hombres libres y nobles que dicen
la verdad, una democrática: la de los ciudadanos en la Asamblea, una monárquica: la del consejero al monarca, y finalmente una filosófica: la del hombre que vincula verdad y vida.

Por tanto, parresías o juegos sobre lo honesto tras las cuales vemos que la verdad sufrió sucesivos desplazamientos: del noble al líder, y del líder al filósofo. Pero fundamentalmente, los signados por el valor y la puesta en entredicho de la democracia, el logos, la libertad y la misma verdad. Desplazamientos desde donde lentamente la franqueza volverá al ámbito de la educación y lo privado. Desde donde retornará a cierto elitismo, políticamente menos operativo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario