domingo, 17 de noviembre de 2013

Diálogos Filosóficos y "franqueza política"

Nuevamente con vosotros. Y también nuevamente en el Centro Pignatelli con nuestros Diálogos Filosóficos. Esta vez para ocuparnos de lo político, no en el sentido desvirtuado que hoy por exceso o por defecto a tantos causa desafección, sino en el de la honestidad puesta al servicio de todos, al servicio del bien común.
Un sentido que los primeros demócratas, los atenienses, llegaron a conocer a la perfección. No desde la ingenuidad, sino desde el realismo de haber contactado con su más profunda exigencia: la de la imposibilidad de separar lo político de lo ético. Pero no porque la gestión adecuada de lo público tuviera que regirse por la ley, que también, sino porque dicha gestión toca en primer lugar con la gestión de la propia libertad e integridad individual.
Por eso, frente a la acomodaticia seguridad que puede otorgar el secundar la opinión dominante, la decisión razonable o aparentemente razonable de la razón de estado, para ellos era esencial y uno de los mayores privilegios del régimen democrático el acto de franqueza. Parresia le llamaban. Una actitud que amen de su importancia dentro de la arena del debate cívico, al estar cimentada en el propio y sincero conocimiento de sí, venía a constituir una actitud que como un todo, era capaz de revestir el doble e implicado carácter de la virtud privada y la virtud pública.
De ahí que la parresia se convirtiese en exigencia atrevida para la libertad personal y colectiva. No cualquiera decía -y dice hoy- sin disimulo, lo que piensa que es verdadero y bueno. No cualquiera estaba dispuesto -entonces y ahora- a pagar el alto precio de practicar la critica sensata y argumentada en lugar de la adulación obtusa e irracional.
Ahora bien, que la fuerza de los hechos -los no veraces y los no buenos- terminase por hacer antagónicos lo privado y lo público, es decir, dinamitase el original sentido de la franqueza como servicio al yo y al nosotros, no nos exime de seguir buscando su conciliación. Pues como dijera Hannah Arendt tras su revisar la experiencia democrática ateniense: "(entonces) la esfera pública era el único lugar donde los hombres podían mostrar real e invariablemente quienes eran".


Sobre estos posibles y múltiples caminos: la personalización, la identidad, el consumo, la participación, la educación, la comunicación, etc. es que queremos repensarnos como seres políticos llamados a vivir desde una franqueza, para con nosotros y los otros, capaz de revivificar el espacio público como el más propiamente humano. Os invitamos entonces a sumarse a nuestra búsqueda.


Y como ya sabéis, podéis escribirnos o llamarnos:
Perpetuo Socorro 4, oficina 3 - 50006, Zaragoza
coachsergiolopezcastro@gmail.com
616 023 822
Os dejamos un saludo cordial.

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