jueves, 17 de noviembre de 2011

De viejas y nuevas plazas...

Aunque sea un tópico, quizá tengamos que decir una vez más, que ya hace tiempo se han hecho innumerables los ensayos desde donde seguimos buscando respuestas a nuestros interrogantes y anhelos más profundos. Los mismos que cuando son postergados o violentados en lo que tienen de más tangible, por ejemplo al tocar el funcionamiento del bienestar de nuestras complejas sociedades o cercenar el uso de la libertad individual, generalizan el empeño de nuevas búsquedas. Búsquedas imprecisas en sus fines, pero regeneradas en sus modos y virtualidades.
Es así como, por un lado viejas y nuevas crisis, y por otro, desgastadas y pésimas respuestas, desde África a América, nos han impulsado desde hace un tiempo, hacia el espacio común de la plaza. Espacio que parece habíamos olvidado como ámbito de encuentro -no de simple entrecruzamiento mercantil- y reflexión desde donde replantear qué necesitamos, qué queremos. De este modo, al cada vez más complejo desarrollo de unas formas pretendidamente útiles a la supervivencia personal -por caso pensemos en la exponencial multiplicación de propuestas dentro de las llamadas relaciones de ayuda- se vinieron a imponer sobre lo social, los efectos de conocidos y estructurales desaciertos. Y con ellos decíamos, la reacción. La general salida tras la recuperación de esa criticidad que en algún momento, o algunos domesticaron, o a nosotros mismos pudo parecernos innecesaria... la salida a la plaza.
Pero ¿de qué estamos hablando? ¿De una cultura en mucho patológica, por lo tanto necesitada de cuidados terapéuticos? ¿De nuevas práctica sociales y políticas? Hablamos de lo uno y de lo otro; y lo hacemos porque como vosotros, creemos que ya toca, que ya es hora. Pero en este caso, queremos hacerlo desde la capacidad que nos da una herramienta tan antigua y tan particular como es la filosofía. Pero no la filosofía de las meras abstracciones, sino la filosofía de las concreciones para la vida. Concreciones que si bien no resolverán las paradojas propias del existir, sí nos ayudarán a ver críticamente tanto las propuestas desde las que se nos intenta aletargar y narcotizar, como también nuestras mismas propuestas.
En este sentido, hablamos de una filosofía que es indagación sobre nuestra propia profundidad y presente; de filosofía motivada más que por la pregunta instrumental de Kant acerca de ¿qué debo o debemos hacer?, por el interrogante de Montaigne ¿qué estoy o estamos haciendo? Por ende, una motivación y una pregunta que en lugar de relanzarnos superficialmente hacia adelante, nos fijan en una búsqueda hacia el fondo, hacia lo profundo de lo que nos acontece o inquieta. ¿Un ejemplo a meditar y discutir? Precisamente el que nos brinda la última producción de Eduardo Chapero- Jackson. En ella, su protagonista -una especie de Quijote en adolescente- como nosotros, entre la fantasía y la realidad busca en lo laberíntico del mundo, la plaza donde con otros, bucear sobre ese algo que como sentido parece que debe haber... ese algo sobre el que nadie o pocos están dispuestos a hablar...

Por eso, nuestra plaza de la filosofía quiere ser eso. Espacio de encuentro y reflexión al que sumarte. Ámbito en el que podamos dar cuenta de hasta dónde puede conducirnos la sútil pregunta de Montaigne. ¿Cómo? Fundamentalmente desde lo que suscite la animación de dos experiencias: la del Asesoramiento Filosófico y la de los Diálogos Filosóficos. Pero sobre éstas os contaremos en la siguiente publicación.

Un saludo. Y ya sabéis, os invitamos a seguir y contactar en la plaza...

http://laplazadelafilosofia.blogspot.com
asesorsergiolopezcastro@gmail.com

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