jueves, 3 de septiembre de 2015

¿Qué nos piden los refugiados, qué los inmigrantes, qué la tierra que gime?... (I)

    Frente a las catástrofes que extrañamente llamamos humanitarias o ambientales, como si las palabras, con su extraño poder diferenciador, fuesen capaces de menguar la responsabilidad única -la de todos- que cabe ante los hechos, convendría comenzar por hacer memoria de lo que ya Kant precisara al respecto.
    En efecto, fue él quien definió lo que habría que omitir cada vez que se quisiera hacer referencia a la dignidad humana. Y hoy, por actualizar la cuestión, a la dignidad de la casa común que habitamos. ¿Y qué es eso a omitir? Pues el instrumentalizar y el ser instrumentalizados, el tratar a los otros, a nosotros mismos y por extensión al medio ambiente, como meras cosas. Como medios ilimitados, capaces de ser convertidos en objetos de intercambio, en mercancía.
    Sin embargo, esta instrumentalización, al definir lo digno e indigno por vía de lo negativo, necesita ser reemplazada por variables de medición de cuño positivo. Por variables capaces de establecer las ´líneas rojas` a no transgredir, no en el respeto liberal-burgués derivado del miedo, sino en lo intrínsecamente valorable (que no cosificable) de las personas y el mundo.
    Así, mientras cosificación humana y ambiental parecerían lo propio de la razón moderna, instrumental e instrumentalizadora, la posmodernidad se enfrenta al reto de saber si será capaz -de sí seremos capaces- de cimentar lo digno y dignificante sobre criterios tan complejos y conflictivos, aunque quizá más honestos, como los de la intersubjetividad y la sostenibilidad.


    Criterios que lejos de legitimar el desembarco colonizador de una racionalidad sobre otras, nos obligan al encuentro y diálogo de todas las racionalidades posibles. En el fondo, a probar y probarnos hasta dónde seríamos capaces de dar veracidad a las rápidas y tremendas conmociones con que reaccionamos ante el autoreflejo mediático de lo que somos.
    Con todo, las redes conscientes e inconscientes en que seguimos -incómoda o cómodamente- atrapados, nos hacen pensar, cuando toca diagnosticar y solucionar, que la responsabilidad es de los otros... ¡Y claro que hay grados diversos de responsabilidad!, pero entonces ¿qué pensar?, qué hacer?...
    Solo por reordenar criterios de juicio y criterios de intervención, recordemos aquella interpelación de Edmund Burke: ´lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada`. Un acicate burgués, para quienes, nos guste o no, vivimos en una sociedad burguesa...

No hay comentarios:

Publicar un comentario