Concluíamos hace días que la clave para ser felices pasaba por desear menos. Ello a raíz del vídeo en el que Eduard Punset nos interpelara -desde su diálogo con el psicólogo Barry Schwartz- acerca de nuestro errado uso de la liberad, a partir de haber explosionado en las actuales sociedades desarrolladas la capacidad de elección. En el fondo, una interpelación que venía a jaquear no tanto el sentido electivo de la misma libertad, sino el contenido de dicha elección. En otras palabras, que venía a preguntar por el sentido cualitativo de la misma.Una interpelación que ya en nuestros Diálogos Filosóficos aparecía con toda su problematicidad. Ésto, cuando reconociendo que toda libertad, en su condicionalidad o imposibilidad de escapar a unas determinadas circunstancias epocales, veíamos que siempre está de-limitada, es decir, acotada por el marco de referencias en el que se mueve. De donde -decíamos- que por más que hoy extrememos nuestra capacidad electiva, sin duda el mayor inconveniente de cara a un auténtico ejercicio de la libertad, sea la mercantilización que de dicha capacidad hemos efectuado; la reducción de la totalidad que supone en sí misma la libertad, a una cuestión de simple consumo.
Reducción peligrosa si tenemos en cuenta que la propia explosión electiva del globalizado sistema economicista en el que nos movemos, parece más frenar que favorecer nuestras posibilidades para la libertad. Máxime cuando la elección solo se refiere a lo cuantificable, no a la calidad de lo elegido. Ahora ¿cómo escapar a esta condicionalidad, a esta "mortal" referencia de época que en el fondo parece haber venido a quedarse, y quedándose, querer estrangular nuestra libertad?
Os dejamos esta pregunta con la intención de seguir reflexionando sobre el tema; y como siempre quedamos a vuestra disposición. Podéis visitarnos, escribirnos o llamarnos.
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