De ahí la actualidad de la pregunta y las problemáticas que ésta conlleva. Por un lado, en relación a las razones, reales o ficticias, de han posibilitado que una determinada estructuración y división de lo sexual se haya eternizado. Por otro, en relación a las estrategias que, develados los alcances de lo anterior, podrían romper (en algo o en todo) con ello. Sobre lo primero, quizá convenga recordar parte del planteamiento que años antes de su muerte nos legara Pierre Bordieu en La dominación masculina. Allí, el autor francés, al explorar las categorías mentales desde las cuales construimos el mundo, llega a concluir que la consabida dominación masculina obedecería a la arbitraria y dicotómica división que de cosas y actividades hacemos. A ese modo de comprender que registraría las diferencias como algo objetivo y natural.
Pues bien, sobre esta inevitable e ineludible construcción bipolar de todo lo humano: bueno-malo, alto-bajo, negro-blanco, masculino-femenino, asistiríamos a un proceso relacional donde, para el caso de varones y mujeres, más allá de las evidentes diferencias biológicas, se instauraría un régimen forzadamente naturalizado de dominación. De este modo, cimentada sobre la diferencia, la visión androcéntrica del mundo, justificaría la incubación de órdenes sociales e históricos fuertemente jerárquicos. A favor por supuesto, de perpetuar simbólica y materialmente la superioridad de un sexo sobre el otro. Pero claro, estas relaciones de dominación no se sustentarían en decisiones deliberadas, sino que estarían ocultas tanto para dominadores como para dominados, expresándose en percepciones y hábitos duraderos y espontáneos.

En efecto, a la hora de trazar estrategias capaces de romper con las dominancias de la división sexual, tendríamos que ser capaces de re-evaluar sí detrás de los éxitos y fracasos de las teorías y prácticas de género, no hemos caído en la trampa de la simple rotación del privilegio de las identidades sexuales. Es decir, en simplemente intentar dar vuelta la tortilla, reproduciendo una vez más la vieja oposición binaria varón-mujer. Pero bueno, de esto, seguimos hablando en breve...